Hoy 27 de febrero, te quiero decir que Cristo no se interesa tanto por las veces que flaqueamos o caemos en la vida, sino por las veces que nosotros con su ayuda, nos levantamos. Estaba meditando ante la Presencia divina de Jesus eucaristía, el hecho de que tu y yo, llevamos en sí mismo una sed de infinito, una nostalgia de eternidad, una búsqueda de belleza, un deseo de amor, una necesidad de luz y de verdad, que nos impulsan hacia el Absoluto; tu y yo, llevamos en sí mismo el deseo de Dios. Por eso, cuando hayas perdido a Dios, te habrás perdido a ti mismo; entonces serás tan solo un producto casual de la evolución. El Señor nos ha dado muchos días de sol y de brisa suave, días en los que la pesca ha sido abundante; han habido también momentos en los que las aguas se agitaban y el viento era contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía dormir. Pero siempre debemos de saber que en esa barca estaba el Señor y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es tuya, no es mía, sino que es Suya. Y el Señor no deja que se hunda; es Él quien la conduce, ciertamente también a través de nosotros que nos ha elegido, pues así lo ha querido. Esta ha sido y es una certeza que nada puede empañar. Y por eso hoy mi corazón está lleno de gratitud a Dios, porque jamás ha dejado que falte a todos nosotros, como Iglesia, su consuelo, su luz, su amor. Dios guía a su Iglesia, la sostiene siempre, también y sobre todo en los momentos difíciles. No perdamos nunca esta visión de fe, que es la única visión verdadera del camino de la Iglesia y del mundo. Que tu corazón, en el corazón de todos, esté siempre la gozosa certeza de que el Señor está a nuestro lado, no nos abandona, está cerca de nosotros y nos cubre con su amor. De ahí, nuestra visita diaria a Jesús Sacramentado que hará memoria Su Presencia divina en medio de nosotros, y, hoy en especial, sábado en memoria de la Virgen María, recemos el Rosario de modo auténtico, no mecánico y superficial sino profundo, esto nos trae paz y reconciliación. Encierra en sí la fuerza sanadora del Nombre Santísimo de Jesús, invocado con fe y con amor en el centro de cada avemaría, te invito para que en medio de nuestras ocupaciones diarias, dediquemos un momento de oración e invoquemos a la Reina de la paz por la conversión de la humanidad. Por quienes sufren a consecuencia de la guerra, por los niños, por los más indefensos. Que Ella, la Santísima Virgen María, nos ayude, rezo por ti y por toda tu familia, y los pongo ante Jesús Sacramentado. ¡Dios te bendiga y proteja siempre!
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